Cerrar las alforjas y comprobar que están bien fijadas al
portabultos. La tienda de campaña bien protegida de la lluvia en el interior de la bolsa estanca. Cargar
suficiente agua para el día entero al menos, quizás algo más. Las ruedas con la presión adecuada. La cadena limpia y engrasada. Que los cambios
funcionasen correctamente....
A cero el
cuentakilómetros…
No llevaba más de una hora pedaleando, alguien tocaba el
claxon detrás de mí. No le di mucha importancia. Me adelantó. Un kilómetro más allá, una
persona salía hacia la carretera caminando, moviendo sus brazos ante mi sorpresa.
Era Graham.
Entré hacia el aparcamiento donde estaba su coche. Allí
estaba ese amigo del camino, diciéndome en un refinado inglés, que me había
traído unos mapas.Mapas, mapas- pensaba yo y sonreí (me hizo gracia)…-se había preocupado más que yo por los mapas.
Por todos los países que he pedaleado, siempre me he
encontrado con gente muy generosa, hospitalaria y en algunos casos peculiar. Graham es ciclista, músico… Una de esas personas únicas
con quien me he encontrado, y ha merecido la pena parar unas cuantas horas.
Quedamos para visitar Wells.
Comimos en un vegetariano, aleluya. Me vino bien, ya que
llevaba ya unos cuantos días comiendo de hornillo.
Wells es una preciosa pequeña ciudad en el condado de Somerset.
Su catedral es una construcción gótica bellísima. Dicen de ella que es la más
poética de las catedrales inglesas.
Tres siglos les costó erigirla.
Conserva algunas vidrieras originales.
Líneas rectas, una gran torre.
Nequid pereat
Situado al lado Sur de la catedral, se encuentra el palacio episcopal sólidamente
amurallado y rodeado por una gran fosa.
Wells uno de esos lugares donde la imaginación se dispara recreando una bulliciosa vida de mercaderes y clientes
llegados a la ciudad tras un largo viaje
por mar.
Se aviva la memoria de los sonidos y… carruajes tirados por poderosos
caballos en cuyo interior no se sabe quién viaja, y para qué con tanta urgencia
hacia el lado Sur de la Catedral, al palacio episcopal.
Obesos obispos secando con un pañuelo de lino
blanco la comisura de los labios tras la copa de vino que nunca debieron tomar
en el último sínodo…
-Aquí está mi dirección por si necesitas algo, el teléfono
también para cualquier cosa. Los mapas envíatelos a ti misma si los quieres
guardar de recuerdo. Yo no los necesito, no me los envíes.
En Taunton sé que tengo un amigo.
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